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La diferencia entre la traducción y la localización
Localizar un software o una aplicación móvil no es tarea fácil.
A diferencia de la traducción técnica, la localización combina el componente lingüístico con las cuestiones técnicas: las cadenas de texto dirigidas al usuario se alternan con cadenas de código de programación, dirigidas solo a la máquina.
Al traducir, es esencial saber reconocer estas últimas y traducir solo el texto «puro» para evitar introducir errores y comprometer así las funciones técnicas.
Surgen entonces preguntas sobre la utilizabilidad del producto localizado:
- ¿Es accesible la interfaz?
- ¿Se muestran correctamente los caracteres especiales?
- ¿Hay suficiente espacio para los textos traducidos?
A nivel de gestión de proyectos, también se debe considerar la documentación que acompaña al software: manual de usuario, ayuda en línea, y cualquier folleto o material publicitario. Todos estos textos deben ser traducidos, de manera que exista una coherencia entre sí y con el software. También, es esencial cumplir con la fecha de lanzamiento del producto que la compañía determine.
La localización es, por lo tanto, una traducción de alta tecnología que presenta retos de diversa índole, los cuales deben ser manejados por profesionales altamente especializados de múltiples sectores: traductores, localizadores, project managers, ingenieros de software y testers. ¿Pero a qué se refiere con la «localización»?
El paradigma GILT
En los años ochenta, las empresas informáticas multinacionales consideraron la traducción y la adaptación a un idioma extranjero como un proceso independiente, al margen tanto del diseño del producto como de los procesos en curso para otros idiomas.
Esto provocaba diferencias de terminología, problemas técnicos, costes adicionales por cambios estructurales y retrasos en el tiempo de comercialización. En los años noventa, con la evolución de la tecnología y el aumento exponencial de contenidos para localizar, se desarrolló un proceso más amplio, abarcando todas las etapas relacionadas con la comercialización de productos tecnológicos en el mercado extranjero. La Localization Industry Standards Association (LISA) fue una de las primeras en hablar del paradigma GILT, que significa Globalización, Internacionalización, Localización y Traducción.
Globalización
Por globalización se entiende el deseo de una empresa de expandirse en los mercados extranjeros ofreciendo productos y servicios que van de lo local a lo global. En esta primera fase, los esfuerzos se centran en la planificación de actividades de promoción y un sistema de apoyo a las ventas en los países de interés, las figuras involucradas son el CEO y el departamento de marketing de la empresa.
Internacionalización
A continuación está la internacionalización, que es el desarrollo del producto digital para que se adapte a múltiples mercados sin demasiados cambios técnicos o lingüísticos. Todas las medidas de adaptación adoptadas en esta etapa preparativa permitirá que el proceso de localización sea lo más ágil, simple y económico posible.
Por ejemplo, aunque el idioma de origen de los productos sea casi siempre el inglés, no se puede utilizar un set de 128 caracteres. De hecho, esa codificación no sería suficiente para representar las letras con acentos, características de las lenguas romances. Si no se utiliza un sistema ampliado (como Unicode) desde el principio, se arriesga a tener que reescribir el código desde cero, lo cual es costoso y retrasa el lanzamiento del producto al mercado.
La interfaz del software debe estar diseñada, de modo que permita un aumento del texto de al menos un 30% porque las traducciones en un idioma romance o con símbolos, como el chino o japonés, ocupan más espacio que el original. A nivel gráfico se deben insertar iconos y símbolos que sean universalmente reconocibles, y con respecto al idioma, se debe elaborar un glosario monolingüe que sirva como una guía para traducciones posteriores.
Localización
El propósito de la localización es adaptar el producto al lenguaje, la cultura y las expectativas de un mercado determinado para que sea percibido como auténtico.
Se deben adaptar aspectos técnicos, tales como: los formatos de hora y fecha, las unidades de medida (temperatura, peso, longitud, etc.), el teclado, la dirección de escritura, el formato de las direcciones y los números de teléfono. Igualmente, a nivel gráfico, se deben de adaptar los iconos, colores, imágenes y referencias culturales.
Si los usuarios no encuentran las convenciones a las que están acostumbrados en la interfaz, la experiencia de usuario se vuelve menos intuitiva, si no se adapta la posición de los botones y las imágenes a los idiomas con una dirección de escritura diferente, como el árabe, la navegación es difícil. En algunos casos, la falta de adaptación a la cultura local puede incluso ser ofensiva: piensa, por ejemplo, en la representación de lo femenino en algunas realidades musulmanas radicales o la mención de acontecimientos geopolíticos delicados.
En resumen, en esta etapa se realizan los ajustes necesarios para garantizar una equivalencia técnica y cultural del producto localizado con respecto al original.
Traducción
La traducción corresponde a la transposición lingüística del texto del software de un idioma a otro y representa solo un tercio del presupuesto del proyecto. El usuario debe poder acceder al contenido traducido correctamente, pero es la gestión del proyecto y los cambios estructurales necesarios lo que resulta más problemático y costoso.
Las diversas etapas del proceso de localización
Análisis
El primer paso es analizar el kit de localización proporcionado por el cliente, que contiene los archivos ejecutables (en formato .exe, .com, .dll, .bat, .drv o .bin), el entorno de programación del software, los glosarios, las memorias de traducción anteriores y cualquier nota y guía.
La elección del entorno de localización más adecuado se basa principalmente en el formato de archivo.
La situación ideal es cuando los archivos contienen tanto código de programación como cadenas de texto, ya que conforme más contexto lingüístico haya, más fácil será la traducción de los elementos; para evitar traducir accidentalmente el código, es necesario utilizar una plataforma de localización específica que lo «bloquee».
Si por el contrario, el cliente solo proporciona el archivo de texto, se puede optar por una herramienta de traducción asistida más genérica que permita mantener mayor uniformidad terminológica y de estilo (en caso de que existan traducciones de versiones anteriores del software).
Las notas para el traductor pueden indicar diversas especificaciones. Por ejemplo, puedes especificar que no se traduzcan los nombres comerciales de los productos o ciertas secuencias de caracteres, solicitar una traducción latinoamericana en lugar de europea traducción al español, o señalar posibles cuestiones críticas del proyecto.
Traducción del texto
El siguiente paso es la traducción del contenido textual del software. Por lo general, se traducen de primero los elementos que componen la interfaz gráfica, es decir, los cuadros de diálogo, los menús y las cadenas; luego, la ayuda en línea y los manuales del usuario, de modo que exista una ventaja de tiempo para crear eventuales capturas de pantalla e incluirlas en la documentación traducida.
Sin embargo, debido a los altos volúmenes de trabajo y los cortos plazos de lanzamiento, cada vez son más los equipos de localización que trabajan de forma simultánea. Por tanto, la coherencia interna se garantiza a partir del reuso de los textos ya traducidos y de los glosarios y memorias de traducción.
Control de calidad
Luego se revisa la calidad del trabajo a través de una revisión de la traducción y una prueba del producto en tres niveles:
- prueba lingüística
- prueba de la GUI
- prueba funcional
En la prueba lingüística se verifican la consistencia terminológica y estilística, la visualización correcta del texto a nivel de espacio y caracteres, y que todas las cadenas estén traducidas correctamente. En la prueba de la interfaz gráfica se verifica que la versión localizada resulte estéticamente agradable. En la prueba funcional se busca garantizar que el software posea las mismas funcionalidad del original y que sea compatible con los diferentes dispositivos de hardware (procesador, pantalla gráfica y audio) para el cual fue originalmente diseñado. Estas evaluaciones son cruciales, ya que una localización incorrecta puede cambiar los resultados comerciales de un producto, causando pérdidas económicas y de imagen.
Change report
Al final del proyecto, se suele pedir al equipo de localización que redacte un change report, es decir, un informe de cambios, o lo que es lo mismo, una relación de los problemas que surgieron durante una fase del proyecto en la que el coste y el tiempo no permitieron introducir cambios. La información recopilada se utiliza en la localización de versiones sucesivas del software para optimizar las diversas etapas del proceso.
Aspectos técnicos de la localización de software
Un programa informático tiene dos niveles de texto:
- las cadenas visibles para el usuario y
- las cadenas de código de programación necesarias para que opere la máquina.
Por lo general, los entornos de localización o los programas que se utilizan para traducir y adaptar un programa permiten aislar con recursos gráficos el código del texto, permitiendo que el traductor se concentre únicamente en el texto. En algunos casos, sin embargo, se presentan expresiones o combinaciones que exigen un trato especial.
En secuencias de caracteres especiales y variables, se utilizan símbolos como el porcentaje (%
) o el dólar ($
) para decirle a la máquina que interprete lo que sigue de manera no literal. Las variables, también llamadas placeholders y normalmente indicadas con las letras del alfabeto, representan un elemento que el software reemplaza de vez en cuando con el valor apropiado: un adjetivo, un nombre de archivo, un valor numérico, un porcentaje de carga y mucho más. Por ejemplo, un adjetivo, el nombre del archivo, un valor numérico, un porcentaje de carga, etc. Algunas combinaciones estándares son:
%s
para una cadena de texto,%d
para un número decimal,%x
para un número entero en forma hexadecimal,%g
para un valor de coma flotante,%u
para un carácter Unicode,%p
para un número de página.
Durante la fase de traducción, debemos tener en cuenta las implicaciones gramaticales y semánticas del término faltante en el resto de la oración.
Si se trata de un adjetivo hay cuatro combinaciones posibles (masculino o femenino, singular o plural); dos en el caso de los dígitos; en ambos casos se debe modificar el artículo anterior y el verbo siguiente. También puede ser necesario intervenir a nivel de sintaxis: en inglés el adjetivo precede al sustantivo al que se refiere, a diferencia del español. En este caso, el traductor, para comprender correctamente sobre lo que se está hablando, debe confiar en el contexto lingüístico. El cliente, a su vez, debe informar la presencia de caracteres especiales en el software y de aquellos valores que estén asociados a variables (al menos el número y la categoría gramatical), con el fin de evitar una corrección extensa en la siguiente fase.
En algunos casos existe texto no traducible, es decir, términos que en realidad son comandos internos de software o nombres de archivos. Por supuesto, traducirlos significaría introducir errores o crear enlaces a archivos inexistentes, por lo que es importante reconocerlos.
Estas van desde cadenas como [x]
o $x$
, donde x
indica el nombre de un archivo con su extensión ($INPUT_List.csv$
), hasta palabras escritas en mayúsculas (COPY
, EDIT
) y/o con guiones bajos (TIME_OUT
; NO_MORE_ENTRIES
).
Uno de los problemas más espinosos de la localización es la presencia de términos aislados, sin contexto.
El traductor debe confiar en el texto que le precede y que le sigue y, si se le ha proporcionado el archivo ejecutable, debe basarse en el código de programación, donde encontrará información muy valiosa sobre la naturaleza del término.
Otra forma de resolver problemas de ambigüedad es ver la interfaz gráfica del software, lo cual no siempre es posible. Si solo se tiene acceso al archivo de texto, el traductor puede consultar el manual del usuario correspondiente y la ayuda en línea o, en casos extremos, pedir aclaraciones al cliente.
La ambigüedad de los términos aislados también depende de la característica del inglés de expresar múltiples categorías y valores gramaticales con la misma forma gráfica. Por ejemplo, en un software, el término «copy» puede usarse tanto como sustantivo o verbo, al modo imperativo e infinitivo. Su posición dentro de la interfaz nos puede sugerir el significado correcto (si está en un menú desplegable, probablemente sea un comando). De todos modos, esto continúa siendo un desafío que no debemos subestimar.
Las cadenas de texto las podemos encontrar dentro de los cuadros de diálogo, menús desplegables y mensajes de error. El límite de palabras de estas secciones es más o menos restringido, y esto constituye un problema en la localización del inglés a otros idiomas, pues por lo general el volumen del texto aumenta aproximadamente entre un 30 y un 200 %, sobre todo en los nombres de comandos e iconos. Si el espacio adicional no se calcula en la etapa de internacionalización, el traductor debe, en algunos casos, recurrir a sinónimos, abreviaturas y anglicismos para cumplir con los límites del espacio gráfico.
Sin embargo, es esencial mantener terminología consistente (insertando entradas terminológicas en el glosario del proyecto) y utilizando expresiones que sean comprensibles para el usuario, términos no generalizados en inglés o abreviaturas poco claras.
Algunas plataformas de localización permiten generar una vista previa de la interfaz donde se insertan las traducciones en tiempo real, permitiéndo que los traductores visualicen el espacio disponible. En caso de solo tener acceso al archivo de texto y no el archivo ejecutable, la documentación de ayuda del software puede servir de apoyo, siempre y cuando el manual de usuario incluya una captura de pantalla de la sección de nuestro interés.
En la localización, es esencial adaptar lo local, es decir, el conjunto de parámetros técnicos utilizados por una comunidad geográfica, cultural y lingüística para representar la realidad. La norma ISO 639-1 sobre la clasificación de idiomas identifica cada local con un código de dos letras. Si para el italiano existen dos tipos de italiano, uno para Italia (it-IT) y otro para Suiza (it-CH), idiomas como el inglés, español y árabe tienen un repertorio más amplio debido a la gran cantidad de países en que se habla ese idioma de manera oficial. La lengua y lo local no tienen una correspondencia unívoca porque hay convenciones culturales que entran en juego. Los aspectos más importantes son:
- la moneda y la posición del símbolo gráfico que la representa: se escribe £10 y $10, pero para los euros es 10 €
- la expresión de la fecha: varía tanto el orden de los elementos (mes-día-año en los EE.UU., día-mes-año en Europa, año-mes-día en algunos países asiáticos) como el uso gráfico de barras (/), guiones (-) o puntos;
- la expresión de la hora: junto al sistema de 24 horas predominante está el sistema de 12 horas de los EE.UU;
- los sistemas de medición: kilogramos, metros y grados centígrados en el Sistema Internacional se convierten en libras, pies y grados Fahrenheit en el mundo de habla inglesa (con algunas diferencias conceptuales entre el Reino Unido y los Estados Unidos);
- la representación de los números: los miles, cientos y decimales pueden ser indicados por un punto (arriba o abajo), una coma o un espacio, un mismo porcentaje puede escribirse como 1.5% o 1,5%;
- la indicación direcciones, códigos postales y códigos telefónicos.
La adaptación de estos parámetros brinda al usuario la sensación de interactuar con un producto diseñado para sus necesidades y evita posibles malentendidos. De lo contrario, la experiencia del usuario empeora y puede incluso ser imposible acceder a algunas funciones. Si un programa de software no tiene los códigos postales o los códigos de área de una zona determinada, el usuario no podrá crear una cuenta, si no se han convertido las cantidades a su moneda local, no podrá hacer compras. Cuidar lo local significa por tanto respetar las expectativas de los hablantes de cada lengua y permitirles disfrutar de las mismas características con las que cuenta el contenido original.
Aspectos lingüísticos y culturales
En el diseño de software, el componente cultural no es un prioridad, ya que el software está diseñado para un uso práctico, como proteger un dispositivo contra virus, administrar contraseñas o generar documentos. Sin embargo, el hecho de que el software incluya ciertas características refleja también el origen del producto. Durante la fase de internacionalización, debemos tener en cuenta estas diferencias, de lo contrario corremos el riesgo de que sea rechazado por el mercado de destino, pues puede resultar en un producto difícil de asimilar.
Estos aspectos no son responsabilidad del traductor en sentido estricto. Sin embargo, cuanto más un producto digital se asemeje a la interacción humana, se necesitarán más adaptaciones lingüísticas y culturales.
Un software para la producción industrial se utiliza para ejecutar acciones y activar máquinas. La interfaz muestra preguntas al usuario como: «¿Estás seguro de que quieres reiniciar?». En este caso, el componente pragmático queda en segundo plano.
En cambio, la aplicación de un banco rastrea la interacción entre el cliente y el empleado en transacciones sensibles como la gestión de cuentas y la suscripción de servicios: el usuario quiere sentirse «tranquilizado» por el texto y encontrar las convenciones lingüísticas que le son familiares. Igualmente, el traductor deberá respetar las expresiones de cortesía que pertenecen a esa cultura.
El inglés, por ejemplo, hace un uso abundante de expresiones como please y would you like to + verbo que en español pueden ser omitidas o modificadas, por ejemplo cambiando del modo condicional al modo indicativo. Del mismo modo, se podría optar por utilizar el registro más informal del inglés si el producto está dirigido a un usuario italiano. Otro tema está relacionado con el orden de los componentes de la frase.
En inglés existe una tendencia a presentar primero la información más específica y luego la más general, mientras que en el italiano o en el español se prefiere una exposición de la información de manera progresiva. Por otro lado, el italiano y el español no están totalmente restringidos a la estructura tipo sujeto-verbo-objeto, más bien es común romper esas reglas para construir oraciones más fluidas y naturales.
Traducir literalmente del inglés puede dar lugar a expresiones inusuales que suenan, si no son incorrectas, mecánicas y forzadas. Por último, no hay que olvidar que, en el caso de los fragmentos de texto con fines de marketing, puede ser necesario reescribir parcialmente el texto en función de la sensibilidad de los nuevos destinatarios, operando la llamada transcreación.
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