
En la era de la inteligencia artificial, la figura del especialista DTP sigue siendo de vital importancia en el proceso de traducción y adaptación de documentos destinados a la imprenta. Ya sean folletos, prospectos o catálogos, la entrega es siempre la misma: obtener un documento igual al original en apariencia y formato, pero con el texto en otra lengua.
A primera vista, puede parecer una tarea relativamente sencilla, pero cada herramienta, desde las clásicas Adobe InDesign, Illustrator y PhotoShop, hasta Microsoft PowerPoint e incluso Canva, tiene sus propias peculiaridades y esconde algunos aspectos insidiosos. Para simplificar, en este artículo me limitaré a InDesign, que se ha convertido en el estándar de facto, porque es una herramienta muy completa y permite abordar los problemas de maquetación más habituales.
Cuando un cliente nos envía un archivo de InDesign para traducir suceden muchas cosas 'entre bastidores', veámoslas primero esquemáticamente:
- Verificación «preflight» del paquete enviado por el cliente
- Selección de texto in scope
- Transcripción de texto no editable
- Revisión de la segmentación
- Exportación IDML y PDF
- Pseudotraducción
- Traducción
- Maquetación final
- Exportación y verificación previa a la entrega
Como vemos, la traducción es incluso el séptimo paso, ya que, contrariamente a la creencia popular, la autoedición no sólo entra en juego en la fase de finalización de los archivos de destino. Existe toda una fase preparatoria, que precede a la traducción propiamente dicha, para optimizar el tratamiento por parte de las herramientas de traducción e identificar y resolver de antemano los problemas que puedan surgir en la fase final de maquetación, sobre todo en el caso de documentos de gran tamaño.
Por lo tanto, es importante tener un ojo experto en esta primera comprobación, ya que afecta a todos los pasos posteriores y, especialmente, al resultado final. Las competencias de nuestros diseñadores gráficos y su sensibilidad lingüística les ayudan a desenmarañar la jungla de formatos a partir de los cuales se generan imágenes vectoriales, PDF e infografías, por citar sólo algunos ejemplos.
Verificación «preflight»
En esta fase preliminar, abrimos el archivo InDesign para asegurarnos, sobre todo, de que disponemos de todos los recursos necesarios (en particular, fuentes y enlaces) para una visualización correcta y completa del archivo original.
Si nos damos cuenta de que falta algún activo, lo enumeramos en un documento aparte antes de proceder y se lo indicamos al cliente para que pueda recuperarlo y enviárnoslo. En el documento solemos indicar claramente el nombre del archivo que falta y la página en la que se encuentra, para facilitar al cliente su localización.
Otro aspecto que no hay que subestimar es la adaptación de elementos gráficos no textuales. Por ejemplo, si la portada de un documento inglés tiene la bandera del Reino Unido, debe sustituirse por la bandera del país de destino durante la maquetación final. Entonces, si la bandera que el cliente quiere utilizar no está presente, hay que obtener una o pedir al cliente que la proporcione.
Sólo cuando el paquete de recursos, con todas las fuentes e imágenes, está completo, pasamos a los siguientes pasos, porque se trata de un paso crucial para exportar los archivos de referencia, es decir, los «master» en los que se basarán la traducción y la maquetación final.
Selección de texto in scope
En primer lugar, hay que comprobar que todo el texto a traducir es visible. A veces hay elementos fuera del área en la que se puede imprimir que deben eliminarse para aligerar el archivo, especialmente los cuadros de texto, que de otro modo se incluirán en el conteo de palabras y, por tanto, en el presupuesto para el cliente. Otras veces hay texto dentro del área imprimible, pero oculto bajo una imagen, porque ya no es necesario. Incluso entonces debe suprimirse, para evitar traducir partes que no se mostrarán.
Además, algunos formatos, sobre todo los que tienen estructuras de capas, como es el caso de InDesign o Photoshop, pueden contener texto oculto, bloqueado o situado fuera del artboard que no se mostrará en el programa de traducción. En este caso, comprobamos con el cliente qué contenido debe traducirse y preparamos el archivo en consecuencia, ocultando o mostrando las capas según sea necesario.
Transcripción de texto no editable
Otra dificultad a la que nos enfrentamos a menudo es la presencia de texto muerto, es decir, texto que se ha transformado en un trazado, o texto que se encuentra dentro de imágenes planas (es decir, donde las capas de texto y fondo están fusionadas).
En estos casos, especialmente cuando el fondo es una imagen compleja que lleva tiempo recrear, preguntamos al cliente si tiene el archivo original editable (un PSD o AI, por ejemplo), para que nos lo envíe antes de empezar. A continuación, extraemos el texto y lo insertamos en un DOCX. En caso contrario, para contenidos más largos, procesamos la imagen con una herramienta OCR que convierte el texto muerto en texto editable.
Revisión de la segmentación
Una vez determinado el texto exacto que hay que traducir, el archivo de InDesign se «limpia» desde el punto de vista del formateo del texto de origen, que no siempre se hace correctamente. A menudo, el cliente utiliza saltos de página, de sección, de línea o de tabulación por «razones estéticas», pero esto va en detrimento de una segmentación adecuada y reduce la eficacia de nuestras herramientas de traducción, además de causar posibles problemas de maquetación.
Por eso nos preocupamos de cambiar el formato del texto para que la apariencia siga siendo la misma, pero no se trunque ninguna frase con interrupciones, tabulaciones o separación forzada de sílabas.
Exportación de referencias IDML y PDF
Cuando estemos seguros de que el formato del contenido a traducir es también el definitivo, pasamos a la exportación de INDD a IDML, el formato de intercambio de InDesign, que es compatible con las herramientas de traducción y permite un recuento preciso de palabras y el cálculo de los tiempos de traducción. Es en este momento cuando el cliente recibe el presupuesto detallando el servicio.
Al mismo tiempo exportamos el PDF de referencia, que para ahorrar espacio puede generarse como PDF interactivo con imágenes comprimidas, ya que primero se utilizará para enviarlo a los traductores y ayudarles a entender el contexto, y después lo utilizará nuestro especialista en autoedición para recrear la maquetación del archivo original en el idioma de destino.
Pseudotraducción
Antes de enviar el archivo IDML a traducir, aprovechamos esta función de algunas herramientas de traducción, que básicamente sustituye el texto original por un texto modificado según unos parámetros y criterios que pueden personalizarse. He aquí un ejemplo sencillo de pseudotraducción:
Hola mundo > _startH$e$l$o$ $w$o$r$l$dend_
Este paso puede parecer una complicación innecesaria, pero en realidad sirve para verificar que todo el texto de un fichero se ha preparado correctamente. Por ejemplo, es una excelente estratagema para encontrar texto muerto, porque permite identificar de un vistazo las partes del texto que no se han pseudotraducido, porque están ausentes del archivo exportado para su traducción.
Si el fichero no supera esta comprobación, vuelve al paso anterior y corrige el error.
Traducción
Para la traducción, enviamos al traductor todos los archivos del proyecto, tanto IDML como DOCX, junto con las instrucciones del cliente y los archivos de referencia. Descubre el viaje de la traducción en nuestra infografía. Cuando recibimos estos documentos traducidos y superan nuestro control de calidad, podemos proceder a la maquetación.
Maquetación final
Una vez seguidos todos los pasos aquí descritos, normalmente podemos estar seguros de que la fase de autoedición se desarrollará lo mejor posible. Sin embargo, la maquetación sigue siendo un trabajo manual que requiere gran atención al detalle para no pasar por alto ningún error.
En los documentos traducidos nos enfrentamos a problemas habituales, como la variación de la longitud del texto entre lenguas. En comparación con el inglés, el francés tiende a estirarse entre un 5 y un 10%, el italiano entre un 10 y un 15%, el español entre un 15 y un 20% y el alemán hasta un 20-25%.
Esto significa que siempre es necesario reajustar el formato original para hacer sitio a la ampliación del texto traducido. En función del espacio disponible, puede bastar con ampliar los cuadros de texto; de lo contrario, habrá que recurrir a soluciones más drásticas, como reducir el tamaño de la fuente, el interlineado, el interletraje, etc. En casos extremos, y siempre con la aprobación del cliente, podemos desplazar las imágenes y reducir ligeramente su tamaño, pero normalmente tendemos a reducir estos cambios al mínimo.
Por supuesto, en esta fase también nos encargamos de recrear todas las imágenes que contienen texto, utilizando Illustrator o PhotoShop para insertar la traducción respetando el aspecto original. También cambiamos la configuración de idioma de los cuadros de texto, para poder aprovechar las herramientas de corrección ortográfica y separación por sílabas de InDesign.
Exportación y verificación previa a la entrega
Básicamente, el paquete que entregamos reproduce fielmente la estructura del original y contiene todos los elementos necesarios, el archivo INDD, las versiones IDML y PDF requeridas por el cliente, optimizando las imágenes para reducir el tamaño total del archivo sin comprometer la calidad. Un archivo demasiado «pesado» ralentizaría considerablemente su descarga y apertura.
Antes de la entrega siempre realizamos una comprobación final exhaustiva de diversos aspectos: por ejemplo, comprobamos que todas las fuentes utilizadas estén correctamente incrustadas o convertidas a curvas/trazados cuando sea necesario para garantizar una visualización e impresión correctas. Se revisan todos los ajustes, como el formato de página, los márgenes, las líneas, los sangrados, etc., para asegurarse de que están bien.
Por último, el documento se revisa y comprueba de principio a fin para corregir cualquier error, errata o problema de maquetación que se haya pasado por alto en las comprobaciones anteriores. Sólo cuando estamos 100% seguros de que el documento está perfecto enviamos el paquete al cliente. La atención al detalle en esta fase final es la clave para garantizar unos resultados excelentes.