Errores de localización

...y cómo cometer solo los justos

Ragazzo disperato con laptop

Somos una agencia de traducción y localización. Cometemos errores. O mejor dicho, cometemos cierto tipo de errores. Nadie es perfecto.

Escena final de «Con faldas y a lo loco»

Lo importante es aprender de los errores, como dicen muchos, pero sobre todo, añadiríamos nosotros, entender qué tipo de errores son aceptables y cuáles no.

Tenemos la sensación de que el público no tiene muy claro cuáles son los verdaderos retos y riesgos presentes en la localización. Por supuesto, es posible equivocarse completamente al traducir una palabra o una frase entera. Según el texto y el contexto, esto puede tener consecuencias económicas y operativas negativas para el cliente de la traducción, que lo normal es que quiera cargárselas al traductor.

Estas cosas forman parte de la vida del traductor. Todo el mundo ha cometido al menos una vez un error de este tipo. Al igual que todo médico ha perdido un paciente o todo cantante ha desafinado en un concierto. Este tipo de error es también el más fácil de detectar por un lector o usuario corriente, por lo que cuando hablamos de errores de traducción no nos referimos más que a eso, a un error ocasional.

Por muy problemáticos que sean estos errores, son cosas que ocurren muy raramente, como mucho unas cuantas veces en la carrera de un traductor. Nos preparamos específicamente para evitarlos.

Sin embargo, lo que muchos usuarios no perciben es la importancia de muchas otras facetas de la actividad de localización, aspectos quizá menos evidentes pero precisamente por ello más engañosos, y que a menudo pasan desapercibidos hasta mucho después de la difusión de la comunicación.

Desde las referencias culturales erróneas o barbarismos, pasando por las traducciones correctas en sí mismas pero que dejan lugar a la ambigüedad, hasta la vieja cuestión de la adaptación local de mensajes con mucha carga expresiva, ya sea la ironía, el humor o la emoción.

Un punto delicado es que, por desgracia, los propios traductores a menudo subestiman la importancia de estos aspectos y abusan de los «tecnicismos», perdiendo de vista estas cuestiones igualmente importantes.

Nunca podremos evitar todos los errores. Evitemos los que hay que evitar.

Nota: seguramente ya habrás oído hablar de algunos de los errores que se mencionan en este artículo. Atención: algunos son auténticos bulos y te diremos cuáles son.

¿Has conducido alguna vez un...?

Por alguna razón, cuando se trata de nombres de productos mal traducidos o, peor aún, no traducidos en absoluto con consecuencias desastrosas, los primeros ejemplos que nos vienen a la mente son los modelos de coches.

Casos reales...

La palma (al menos aquí en España...) se la lleva el caso del Mitsubishi Pajero, un modelo del fabricante japonés lanzado en 1982 «bajo un nombre unificado», es decir, manteniendo al menos inicialmente el mismo nombre para todos los mercados. Es una lástima que «Pajero» tenga, en la mayoría de las zonas hispanoparlantes, un significado que dista del de un felino sudamericano, el gato de las pampas o Leopardus pajeros.

En cambio, el significado más común se refiere a... ya lo sabes..., un factor que llevó a los ejecutivos de la compañía a cambiar el nombre a Mitsubishi Montero poco después del lanzamiento. Para que no añadir más leña al fuego, hasta ahora no se ha demostrado que esto haya tenido un impacto negativo en las ventas de coches en los países de habla hispana.

Sin embargo, si cambiaron el nombre inmediatamente tras la popularidad del malentendido, está claro que los responsables de la toma de decisiones en Mitsubishi prefirieron no correr el riesgo del posible efecto negativo en el negocio.

Por no hablar de que, mientras que para un gigante como el fabricante de automóviles japonés el riesgo para su imagen estaba a la vuelta de la esquina, para una empresa en crecimiento o menos sólida ese descuido puede resultar fatal.

Algo parecido ocurrió con el Honda Jazz. Poca gente sabe que este no es el nombre original del coche. Como nos cuenta R. G. Capuano en su 111 errori di traduzione che hanno cambiato il mondo, para el lanzamiento en los mercados europeos la empresa había pensado en el Honda Fitta, una ligera adaptación del nombre para Asia y Honda Fit para Estados Unidos.

Si para un italiano el término «fitta» (=punzada, dolor agudo) para un coche puede suscitar una sonrisa, no nos atrevemos a imaginar la reacción que habría tenido un consumidor sueco, donde la palabra «fitta» designa los genitales femeninos de forma no necesariamente elegante.

La decisión de cambiar el nombre se tomó en el último momento y por lo visto, ya se había organizado la campaña publicitaria con el eslogan «Honda Fitta. Pequeño por fuera, grande por dentro», lo que no habría hecho más que aumentar el desatino, si el problema no se hubiera identificado a tiempo.

...y leyendas urbanas.

Distinto es el caso de dos leyendas urbanas que rodean al fabricante más popular de Italia, FIAT. Hace tiempo que se rumorea que la empresa habría tenido problemas con el lanzamiento internacional de sus modelos Ritmo y Marea.

Si en el primer caso, el cambio de nombre de cara al mercado estadounidense no se debió, casi con toda seguridad, a la asociación que algunos consideraban que el nombre Ritmo podía tener con una marca de preservativos. En el caso del modelo Marea y su apelación en los países de habla hispana a las náuseas, al mareo, no hubo en la práctica ni un cambio de nombre ni un descenso de las ventas respecto a las expectativas.

¿Por qué nos gustan tanto?

Reales o no, lo que queremos señalar es que el énfasis casi obsesivo que ponen en casos como este quienes quieren pulir su insignia de traductor demuestra, en nuestra opinión, una timidez cuando no una inseguridad que no tiene razón de ser en el sector de la localización.

Quien se encarga de la localización, ya sea a nivel de gestión de campañas o de traducción individual, desempeña un papel central en el lanzamiento internacional de cualquier iniciativa de ventas o comunicación. Un papel tan importante en los mercados extranjeros como el de la persona que planificó la campaña desde el principio, si tenemos en cuenta que el volumen de adaptaciones necesarias a menudo es tal que el producto final apenas es reconocible.

Lo que no debemos hacer (y sí, eso nos incluye a nosotros mismos) como localizadores es perdernos en el bosque de los macroerrores, sino que debemos dar autoridad a la actividad que realizamos.

Todos pensamos «yo me habría dado cuenta si el modelo de coche que quisiéramos lanzar fuera sinónimo de “friki” en otro idioma...» y seguramente sea así. Sin embargo, si a una empresa multinacional como Mitsubishi se le escapó este detalle, esto no se debió a un único error, sino quizás a un fallo estructural en los procesos de gestión y validación de la campaña.

Para entender mejor lo que queremos decir, vamos a ver otros casos, dentro y fuera del mundo estrictamente empresarial, en los que las cuestiones que plantean la traducción y la adaptación son más sutiles y, a nuestro juicio, merecen más atención.

¿A la caza del hombre?

En 2009, la película de Danny Boyle Slumdog Millionaire de 2008, se llevó varios premios Óscar y fue un gran éxito de público en innumerables mercados internacionales, entre ellos Italia. Justamente en la versión doblada a italiano hay un error de traducción en el doblaje cuyas connotaciones corren el riesgo de ir mucho más allá del descuido lingüístico.

Fotograma de la película _Slumdog Millionaire_

Diferencias culturales: valores y sensibilidad

De hecho, la película es también una denuncia de la dramática situación de guerrillas civiles por motivos religiosos presente en muchas regiones de La India. Una de las escenas clave de la historia muestra a la madre del protagonista, musulmana como él, asesinada por un grupo de extremistas hindúes.

El error de traducción radica en que el grito con el que se inicia la escena «They are muslims, get them», es decir, «Son musulmanes, atrapadlos», se ha traducido como: «Son musulmanes, huyamos».

Ahora bien, al margen de lo inequívoco de la muerte de la madre, este error de traducción plantea dudas y, en particular, corre el riesgo de sugerir que los musulmanes eran los atacantes, en contra del hilo argumental de toda la película.

Este es precisamente el punto al que hay que prestar atención. Si bien un error en una palabra o expresión es en sí mismo un riesgo laboral, lo que hace que la nariz se arrugue en este caso es la incoherencia con el sentido general de la película.

El trabajo de documentación, análisis e inmersión en el contexto de lo que se traduce son actividades constitutivas del trabajo de localización y traducción, igual o más importantes que cualquier investigación puramente lingüística.

De hecho, si localizamos un mensaje en una lengua extranjera, tenemos que prestar atención tanto al significado literal del texto como a todo el entramado de significados simbólicos que transmiten elementos como el tono de voz y el estilo y el sistema de referencias culturales incorporado a la lengua en cuestión.

Veamos otro ejemplo, el de la compañía telefónica Orange, un verdadero gigante del sector que se ha expandido desde su base francesa a una miríada de países y mercados diferentes. La multinacional ha sido víctima de un desliz en el pasado, en este caso, de uno muy difícil de evitar, ya que se trata del nombre mismo de la empresa.

Anuncio Orange

Al abrirse al mercado de Irlanda del Norte, la combinación del nombre de la empresa y el eslogan «El futuro es brillante. El futuro es naranja (este es el significado de «Orange» tanto en francés como en inglés)» no fue bien recibido porque allí el color naranja ha sido durante mucho tiempo un distintivo de la facción protestante leal al Reino Unido, en oposición a la facción católica que aboga por la separación de la corona británica.

Diferencias culturales: imágenes y símbolos

Un famoso error con una carga emocional mucho menor pero, en cierto sentido, con una alta carga «visual» es el de Paxam, un fabricante iraní de artículos para el hogar y de consumo. En el lanzamiento de uno de sus detergentes, llamado «Barf», la empresa cometió un error bastante grave que señala un peligroso nivel de descuido no solo desde el punto de vista de la pura traducción.

Detergente Barf

«Barf» es la palabra persa para «nieve», de modo que la empresa no solo ha decidido no traducir el nombre, perdiendo el efecto evocador y casi poético de la elección, sino que también ha perdido de vista que en inglés coloquial «barf» significa vomitar.

Por último, veamos dos malos ejemplos de localización en los que, absurdamente, ni siquiera fue necesaria la palabra escrita para dar lugar a malentendidos y perjudicar los resultados empresariales.

Es muy famosa la desventura de la empresa Pampers en Japón, un mercado que de por sí suele resultar hostil para la mayoría de las empresas extranjeras, debido a los elevados estándares de calidad y a la omnipresencia de los competidores locales. Si a esto se le añade la falta de atención a las diferencias culturales, puede llevar años y una considerable inversión adicional recuperarse de la debacle.

En el caso de Pampers, el descuido fue tan inocente como la decisión de colocar una cigüeña cargando un bebé en los anuncios, que en sí es una imagen perfectamente normal para la mayoría de los mercados considerados occidentales. Sin embargo, lamentablemente para la empresa, esta referencia cultural carece de sentido en Japón y, de hecho, ha causado confusión y desconcierto entre los consumidores.

Anuncio de Pampers con la cigüeña

Menos llamativo, pero aún así ampliamente discutido, es el caso de Gerber, un fabricante de alimentos para bebés, entre otras cosas. Al lanzar su línea de productos en Etiopía, la empresa cometió el error macroscópico de no cambiar el envase y, por tanto, dejar las mismas imágenes que tenía el envase en todos los demás mercados.

Anuncio de comida para bebés Gerber

Lo que no habían tenido en cuenta es que en Etiopía y varios otros países del África subsahariana la costumbre de los productos alimentarios es tener envases en los que la imagen represente el contenido de la caja. Productos alimentarios, alimentos para bebés... es fácil imaginar cómo terminó esta historia.

Conclusiones

No tenemos datos que respalden esta afirmación, pero creemos que muy pocos consumidores en Etiopía pensaron realmente que se les estaba vendiendo carne de bebé.

Sin embargo, queda la duda: ¿qué imagen tendrán los consumidores cuando vuelvan a ver el nombre de esa empresa? Y, sobre todo, ¿se podían haber evitado este y los demás errores que hemos mencionado?

Nosotros no vamos a adoptar esa postura corporativa tan común de «yo lo habría hecho mucho mejor en su lugar». Casi nunca es cierto.

Más bien al contrario, lo que queremos es lanzar una advertencia a todas las empresas que repiten los mismos errores cada día y siguen perdiendo tiempo y dinero a largo plazo para ahorrar unos cuantos euros a corto plazo. Muchas empresas caen en estas trampas de localización y traducción porque, para tener éxito en una campaña internacional, no basta con dar en el clavo *en cada etapa de forma aislada, sino que todo el proceso debe funcionar individualmente y en conjunto, como los engranajes de un mecanismo.

En Qabiria, somos traductores, redactores, técnicos y creadores (o «transcreadores», por utilizar el término de moda ahora). Hemos ido incorporando cada vez más competencias al equipo y no tenemos intención de parar. Además de nuestros servicios de traducción, gestión de proyectos y redacción de textos corporativos, ofrecemos asesoramiento lingüístico, tecnológico y estratégico para la internacionalización.

Empezamos hace 13 años como agencia de traducción. Nos hemos convertido en un proveedor de servicios lingüísticos completo.

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Business developer, project manager, traductor deportivo, jugador de voleibol. Graduado en Negocios Internacionales, colabora con Qabiria desde 2020.

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