
Índice
- ¿Qué es la globalización? Una palabra, muchas respuestas
- De la CEE a la crisis de los setenta
- Del neoliberalismo al mercado global
- El derrumbamiento del Muro, la Unión Europea y la integración de los mercados mundiales
- Crecimiento y crisis de la economía mundial
- La globalización y los procesos de producción: la industria 4.0
- La digitalización al servicio de las empresas globales
Globalización: una palabra que se ha convertido en parte de nuestra vida cotidiana, una palabra con la que nos encontramos cada vez que navegamos por la web o que utilizamos las redes sociales, vemos la televisión o leemos un periódico o una revista. De hecho, no hay ningún otro fenómeno que haya cambiado tan profundamente la estructura de las relaciones económicas, sociales y culturales a nivel mundial en los últimos cuarenta años como la globalización.
Pero, ¿qué significa realmente esta palabra? ¿Cuáles son los pros y los contras de la globalización?
¿Qué es la globalización? Una palabra, muchas respuestas
La globalización en sentido amplio es, según la definición clásica del sociólogo Anthony Giddens, ese fenómeno de interconexión mundial a nivel cultural, político y económico derivado de la eliminación de las barreras a la comunicación y el comercio.
En el ámbito de la economía, podemos utilizar la definición dada por el economista Alan M. Rugman en su ensayo «The Myth of Global Strategy» (2001), para quien la globalización económica es la producción y distribución de productos y servicios de tipo y calidad homogéneos a escala mundial.
Para más información: V. Mamut y A. Tacogna, «Processi di internazionalizzazione delle imprese - Vecchi e nuovi paradigmi», Sinergias no. 60/2003, pág. 17.
La globalización económica se ha desarrollado en dos ámbitos distintos:
- La globalización económica real, que ha afectado a
- la internacionalización de las actividades y los servicios de las empresas,
- la deslocalización de los procesos de producción
- y la intensificación de los intercambios comerciales
- La globalización económica financiera se ha traducido, en cambio, en una mayor posibilidad de movilización internacional de los capitales, en primer lugar los bancarios, mediante la compra y venta de acciones, bonos y títulos públicos en los mercados mundiales.
Examinemos ahora las etapas de este proceso y las consecuencias que ha tenido en el conjunto de las relaciones económicas internacionales.
De la CEE a la crisis de los setenta
Los procesos de globalización en áreas geográficas más o menos extensas siempre han inundado el curso de la historia: la constitución de la CE/UE (1957) también puede considerarse un ejemplo de «globalización» a escala continental, que afectó a los Estados que posteriormente se convirtieron en sus miembros.
La progresiva eliminación de las barreras aduaneras y la implantación del mercado único entre los países miembros de la CEE fueron algunos de los factores que hicieron posible el «milagro económico» italiano de 1958-62: Italia sigue siendo el segundo país en fabricación de la Unión, solo superado por Alemania.
El proceso de globalización económica se vio acelerado por la profunda crisis que atravesaron las economías occidentales entre 1971 y 1973. El fin del sistema de tipos de cambio fijos de Bretton Woods y la crisis del petróleo provocada por la guerra de Yom Kippur, con el consiguiente encarecimiento de las materias primas, pusieron en crisis el modelo de desarrollo establecido tras la Segunda Guerra Mundial.
Este modelo, que había permitido un crecimiento impetuoso de la economía mundial, mostraba ahora todos sus límites, de las tecnologías desarrolladas después de 1945 y de las políticas económicas de inspiración keynesiana que lo habían acompañado. Estas últimas, basadas en el fuerte apoyo a la demanda por parte del Estado y el aumento constante de los salarios, habían endurecido progresivamente el mercado laboral y desencadenado un fuerte aumento de la inflación, acompañado por primera vez en esos años de una condición de estancamiento de la economía (la llamada estanflación).
Para más información: V. Raffa, Il ruolo delle PMI in Italia nell’ultimo trentennio: tra nuova globalizzazione e crisi di stagnazione, Luiss, 2017
Del neoliberalismo al mercado global
Es en este escenario de crisis donde se afirman con fuerza las teorías neoliberales de la escuela de Chicago de Milton Friedman, Premio Nobel de Economía en 1976, que consideraba que la mayoría de las intervenciones estatales en la economía eran más perjudiciales que útiles. Las teorías económicas de Friedman eran partidarias del libre mercado, es decir, de la apertura total del mercado de bienes, servicios, capitales y personas.
Las ideas de Friedman influyeron primero en el nuevo gobierno conservador británico de Margaret Thatcher (1979) y en la presidencia de Ronald Reagan en Estados Unidos (1980-1988) y luego, a partir de la década de 1980, en otras economías occidentales. Este clima de creciente confianza de los economistas y de los gobiernos en la autorregulación del mercado, que, según ellos, podría haber resuelto todos los problemas relacionados con la producción y la distribución de bienes corrigiendo automáticamente cualquier ineficiencia, favoreció un proceso de desregulación progresiva de los mercados, de liberalización de las actividades económicas antes controladas por los Estados y de privatización de las grandes empresas de control público. Evidentemente, todo esto significó también la anulación de cualquier forma de protección económica y, en consecuencia, la exposición de las empresas a la competencia, no solo a nivel nacional sino también (y sobre todo) a nivel internacional.
Para más información: S. Pollard, Storia economica contemporanea, Il Mulino, 2012; V. Castronovo, Storia economica d’Italia, Einaudi, Torino, 2013
El derrumbamiento del Muro, la Unión Europea y la integración de los mercados mundiales
Paralelamente a estos acontecimientos, a finales de la década de 1980 se produjo la crisis final y el colapso de los regímenes comunistas en Europa del Este: el final de la Guerra Fría entre 1989 (la caída del Muro de Berlín) y 1991 (el fin de la Unión Soviética) tiene como consecuencia económica más relevante la transformación de los ex-satélites de la URSS en economías capitalistas y por tanto la enorme expansión, también en términos geográficos, del mercado libre.
Otro fenómeno que contribuye a ampliar esta tendencia de progresiva liberalización de la economía mundial es el proceso contemporáneo de fortalecimiento de la integración europea entre la segunda mitad de los años 80 y principios de los 90, que culminó con el Tratado de Maastricht de 1992. Este acuerdo establece los pasos de la Unión Económica y Monetaria (UEM) entre los Estados miembros de la CEE (más tarde UE) y la creación de una moneda común (el euro) y un Banco Central (el BCE), primer núcleo de instituciones supranacionales para regir la economía de la Unión. En el nuevo milenio se produjo la entrada gradual de los países de Europa Central y Oriental en la Unión y su adopción de las normas y mecanismos del mercado único y la UEM.
A nivel mundial, se produjo un proceso similar de fortalecimiento de las organizaciones económicas y financieras internacionales, que condujo primero a un papel cada vez más relevante de las instituciones ya existentes, como el Fondo Monetario Internacional (IMF/FMI) y el Banco Mundial, y luego a la constitución de la Organización Mundial del Comercio (OMC, 1994), instituciones a las que los gobiernos nacionales transferirían cada vez más su soberanía.
El proceso de globalización impulsado por las políticas económicas de los gobiernos nacionales y por la acción liberalizadora de los organismos internacionales ha llevado a la progresiva abolición de la mayor parte de las aduanas y restricciones arancelarias al comercio que impedían una mejor integración de los factores productivos (capital y trabajo) a nivel internacional. Este proceso ha dado lugar al nacimiento de una serie de mercados integrados inspirados en gran parte en el ejemplo de la UE, como el NAFTA (Tratado de Libre Comercio de América del Norte), el Mercosur (Mercado Común Sudamericano) y la ASEAN (Asociación de Naciones del Sudeste Asiático) y a la emergencia de la producción de nuevas áreas geográficas como América del Sur y Asia, con productos tecnológicos muy competitivos.
En los últimos treinta años, por tanto, la economía se ha vuelto cada vez más «transnacional», con un aumento exponencial de las actividades económicas en países geográficamente distantes. El desmantelamiento de la mayoría de las medidas proteccionistas ha dado lugar a un incremento igualmente exponencial de la inversión extranjera de las empresas de los países de la OCSE, tanto en términos absolutos como porcentuales.
Una contribución fundamental a la globalización la ha dado la progresiva difusión de las tecnologías de la información y la comunicación (a menudo abreviadas como TIC, del inglés Information and Communication Technology), es decir, la revolución informática que ha acelerado enormemente la transferencia de conocimientos e información y ha hecho más sencilla y rápida la gestión de las empresas.
La creciente interconexión económica y la progresiva minimización de las distancias físicas gracias a los avances de la tecnología han permitido que países con diferentes materias primas y factores de producción se contacten más fácilmente, favoreciendo así su circulación internacional y la deslocalización de la producción. El inconveniente de esta creciente interconexión es que cada país está ahora más fácilmente expuesto a las repercusiones de cualquier crisis económica que se origine en otros Estados.
Crecimiento y crisis de la economía mundial
La suma de estas condiciones históricas y de las intervenciones llevadas a cabo por los Estados y los organismos internacionales ha hecho que desde la segunda mitad de los años 90 hasta mediados del nuevo milenio la economía mundial haya crecido como nunca antes. Las economías emergentes de los países latinoamericanos y asiáticos, principalmente Brasil y China, han irrumpido en la competición. En los últimos veinte años, el 40% del valor añadido de la industria manufacturera se produce ahora en los países emergentes (en 1991, el 80% correspondía a las zonas desarrolladas).
Entre otras cosas, este fenómeno ha provocado la formación y el crecimiento de masas de nuevos consumidores en busca de bienes y servicios de alto valor añadido que han representado una gran oportunidad para las empresas de las economías maduras. De hecho, en el mismo periodo, estas últimas continuaron su tendencia más que positiva, con buenas tasas de crecimiento, altos niveles de empleo y baja inflación.
Este estado de gracia de la economía mundial (crecimiento sostenido de la producción mundial impulsado por las economías emergentes, baja inflación, desarrollo fuerte de las finanzas debido a la abundancia de liquidez, bajos tipos de interés, una enorme disponibilidad de crédito para las inversiones en activos reales y financieros y la consiguiente reducción del riesgo percibido) termina con la crisis financiera de 2007-2008 y la posterior recesión de 2008-2010, que hizo mella especialmente en Italia, el país europeo más afectado por la crisis.
La globalización y los procesos de producción: la industria 4.0
La globalización también ha revolucionado la evolución de los procesos de producción industrial. En el mercado mundial «globalizado», los obstáculos geográficos al movimiento de los factores de producción son ahora prácticamente inexistentes: cada vez son más las empresas que, como hemos visto, pueden deslocalizar la producción a países que les permiten aprovechar las ventajas competitivas que se pueden obtener y, al mismo tiempo, aumentar la competencia, que ahora también es «global». En este entorno cada vez más complejo y en constante innovación, una empresa debe comprender cada vez más los cambios en el contexto global en el que opera para aprovechar las oportunidades que se le ofrecen y garantizar así su supervivencia.
La revolución informática, uno de los principales motores de la globalización, ha tenido naturalmente también un enorme impacto en la evolución de los modelos de producción de las empresas. De hecho, para seguir siendo competitivas en este mercado sustancialmente ilimitado y en constante cambio, las empresas han tenido que renovarse profundamente con el uso de nuevas tecnologías de mayor rendimiento y precios cada vez más accesibles, nuevos materiales y nuevos procesos de producción cada vez más automatizados y simplificados gracias al uso de internet y la digitalización, que facilitan su gestión con softwares de gestión y redes cada vez más sofisticados.
De este modo, las empresas se vuelven más eficientes, eficaces y, por lo tanto, más competitivas. La calidad y la productividad del trabajo aumentan, la información se procesa con mayor rapidez y precisión, los tiempos y modos de producción son flexibles y se adaptan a las necesidades de la empresa, y la relación con los clientes es más directa.
El continuo desarrollo tecnológico y la necesidad de superar la recesión de 2008-2010 impulsaron entonces la economía mundial hacia una nueva revolución industrial, la «Revolución 4.0»: en 2010, las empresas empezaron a utilizar «sistemas ciberfísicos», definidos como todos aquellos sistemas informáticos que interactúan continuamente con el sistema físico en el que operan.
La disponibilidad de softwares, conexiones inalámbricas y componentes cada vez mejores y más baratos ha permitido una circulación de datos e información cada vez más rápida, la creación y utilización de nuevos materiales y tecnologías de procesamiento y análisis de datos más rápidas y fiables, así como el diseño de componentes y sistemas totalmente digitalizados y conectados online (los robots interconectados y programables, las impresoras 3D, la realidad aumentada, la simulación entre máquinas interconectadas para optimizar los procesos).
Los sistemas de información de las empresas pueden ahora gestionar cantidades muy grandes de datos a través de la informática en la nube: la prestación bajo demanda a través de internet de servicios informáticos como el almacenamiento, la transmisión y el procesamiento de datos permite a cualquier persona habilitada acceder a toda la información de la empresa previamente compartida en la plataforma de la nube. El análisis de grandes cantidades de datos (análisis de big data) puede llevarse a cabo con mucha más precisión y rapidez, optimizando así los productos y los procesos de producción.
La digitalización al servicio de las empresas globales
Aprovechar al máximo las posibilidades que ofrece la digitalización permitirá a los países desarrollados, y especialmente a los europeos, en los próximos 15 años, según el informe THINK ACT Industry 4.0 The new industrial revolution – How Europe will succeed de la consultora Roland Berger sobre las tendencias de la industria manufacturera, recuperar las cuotas de mercado y facturación perdidas en favor de los países emergentes en los últimos 20 años.
Para 2030, según el mismo informe, el número de trabajadores del sector industrial europeo pasará de 25 millones en 2011 a 31 millones; la digitalización de la industria podría devolver al sector parte del empleo que la introducción de la automatización ha ido eliminando desde los años 70.
Se trata, pues, de una oportunidad y de un desafío que el sistema productivo italiano debe asumir y afrontar con valentía y visión a largo plazo, sabiendo que, para ser brutales, no hay alternativas.
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